El director de las grandes superproducciones Cecil B. de Mille, fue el encargado de dirigir el espectáculo que acompaño a la Ceremonia de Inauguración. Participaron mas de 3000 cantantes y músicos, 100 trompetas, palomas, bailarines y montajes coreográficos que compartieron espacio con los actos protocolarios. De esta forma nacieron las grandes ceremonias inaugurales tal como hoy en día las hemos ido conociendo.

UNA CEREMONIA DE INAUGURACIÓN ÚNICA HASTA EL MOMENTO

La mañana del 30 de Julio, el Estadio Olímpico que fue una sensación mundial, estaba preparado para recibir a los 100.000 espectadores que lo abarrotaron. Los deportistas habían salido de la Villa y las mujeres de su Hotel, para converger a las puertas de acceso y formar las delegaciones. Los 1.200 componentes del coro y los 300 músicos, estaban en sus puestos. La tribuna de prensa, acogía a 700 periodistas dispuestos a informar sobre todo lo que iba a acontecer.

Bajo la tribuna de prensa, los miembros de los Comites Olímpicos Nacionales, Dignatarios y Estadistas que recibían las atenciones de ujieres perfectamente uniformados.

A las 14:30, hora fijada para el comienzo de la Ceremonia Inaugural, en el perístilo, sobre el arco grande, en el marcador aparecen las palabras del Barón de Coubertín: “Lo importante no es ganar, sino participar. Lo importante no es vencer sino competir bien”. Debajo del arco central, se ubican los miembros del Comité Olímpico Internacional y del Comité Organizador.

Llega al palco presidencial, el Vicepresidente de los Estados Unidos, Charles Curtis. A continuación la orquesta y el coro interpretan el himno nacional, con todos los presentes puestos en pie.

Este es el primer paso, para que a los sones de diversas marchas, hagan su entrada en el Estadio las delegaciones de los diferentes países encabezados por Grecia como marca el protocolo, seguidos del resto de naciones, ordenados alfabéticamente, para que la gran delegación de Estados Unidos, cerrara el magno desfile.

Destacar que entre los espectadores se encontraban un gran número de estrellas del cine, entre ellos: Gary Cooper, Charles Chaplin, Joan Crawford, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Buster Keaton y Claude Colbert. 

William-May-Garland

                             William May Garland                                  Presidente del Comite Organizador

Se iniciaron los parlamentos con la presencia de William May Garland, Presidente del Comité Organizador y alma de los Juegos, que despues de saludar a todos los presentes y dar la bienvenida a los participantes, pidió al Vicepresidente del Gobierno que inaugurara los Juegos, lo que hizo con estas palabras: “En nombre del Presidente de los Estados Unidos, proclamo abiertos los Juegos Olímpicos de Los Angeles, celebrando la Xª Olimpiada de la Era Moderna”

Las fanfarrias anuncian otro gran momento. Se escuchan 10 cañonazos al mismo tiempo que en el pebetero del Estadio, aparece una lengua de fuego que va tomando cuerpo hasta convertirse en la llama que alumbrará los dieciséis días de competición. Al mismo tiempo el coro interpreta el Himno Olímpico, mientras que la Bandera de los Aros es izada, a la vez que cientos de palomas sobrevuela a los atletas y el pebetero, para desaparecer en el cielo, llevando un mensaje de paz y la noticia de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1932.

El locutor del acto, presenta al Teniente Georges C. Calgan, tirador de esgrima, quien va a prestar el juramento olímpico de los deportistas. Coge la bandera de los Estados Unidos, levanta un brazo, algo que hacen al tiempo el resto de atletas presentes y pronuncia la formula establecida: “Juramos que participaremos en los Juegos Olímpicos en competición leal, respetando la normativa que les rige y deseosos de participar en ellos con verdadero espíritu deportivo por el honor de nuestro país y por la gloria del deporte «

Juramento Olímpico

Juramento Olímpico de los deportistas

Parada de las banderas

Parada banderas países participantes

Posteriormente el coro interpreto un himno religioso y acto seguido se procedió a la salida de los atletas mientras se pedía al publico que permanecieran diez minutos en sus asientos para no entorpecer el retorno de los deportistas a sus alojamientos. Fueron dos horas de una intensa emoción y no era para menos, se había asistido a una auténtica superproduccción.